Imagine elegir entre medicamentos y tratamientos que hacen promesas audaces sobre el control o la curación de enfermedades graves sin saber cuáles podrían tomarse en serio. Si los medicamentos y tratamientos no se estudiaran ni se sometieran a estándares consistentes, los pacientes tendrían que hacer conjeturas basándose en el boca a boca, los mensajes publicitarios, las observaciones simples y la sabiduría popular. Gracias a los ensayos clínicos, ya no tenemos que adivinar.
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